Pequeño juego teatral: Las bolsas de TséTsé

 Las bolsas de TséTsé
de Moisés I. Kühn


-Primera  bolsa-

[Un viejo sentado sobre una roca gris, con una bolsa de tela en los pies. El suelo está cubierto de hojas secas]

- Viejo: No entiendo el sentido de las bolsas. Sería más práctico ir descalzo; que las bolsas no existieran...

[Entra un barrendero, con escoba grande, que acumula las hojas secas del lugar en tres montones distintos, mientras el viejo sigue hablando]

- Viejo:
...porque, claro, si las bolsas no existieran, ¿no sería todo mucho mejor?

- Barrendero: [Mientras barre, sin levantar la mirada] No lo sé señor.

- Viejo: Yo no le encuentro ningún sentido al uso de la bolsa para cualquier función. Es como quien usa una bolsa para beber, ¿quién en su sano juicio haría eso? No la puedes sujetar bien, no la puedes apoyar en ningún sitio, y encima se escurre por todos lados...

[El barrendero comienza a silbar alegremente]

- Viejo:
Me gustaría tener un vaso ahora mismo, un vaso lleno de castañas, y beberlas a pequeños tragos. Claro, tendría que ser un vaso grande, que debería abrazar para poder sostener; lleno de castañas, sería como estar en el cielo de las castañas...

- Barrendero: [Está barriendo detrás del viejo, pero deja de barrer y se gira hacia él] ¿Quiere castañas?

- Viejo: Las bolsas no sirven para nada. [Barrendero se gira a seguir juntando hojas en montones] Son un estorbo para cualquier persona de la sociedad. Son como un invento precerebral. [Barrendero termina de hacer tres montones, comienza a caminar para marcharse, pero después de tres pasos se gira a ver al viejo, con intención de decir algo pero se marcha] Yo soy como un vaso, así que vasos deberíamos tener todos a nuestro lado; es como el tótem del ser humano: un vaso de madera, el vaso reconfigurador del ser absoluto. ¡JA! ¡Claro! ¡Eso es! Voy a hacer un vaso de madera, y todo estará mejor. [Se levanta y oscuro]


-Segunda  bolsa-

[Viejo sentado sobre roca gris, con una bolsa de papel en los pies. El suelo vuelve a estar cubierto de hojas secas]
- Viejo: No entiendo el sentido de los pies. Sería más práctico no tenerlos; que los pies no existieran...

[Entra barrendero (con machete en vez de escoba) que acumula las hojas secas del lugar en tres montones distintos (arrastrando machete por el suelo), mientras el viejo sigue hablando]

- Viejo:
...porque, claro, si los pies no existieran, ¿no sería todo mucho mejor?

- Barrendero: [Mientras barre, sin levantar la mirada] No lo creo señor.

- Viejo: Yo no le encuentro ningún sentido al uso de los pies para cualquier función. Es como quien usa un pie para dibujar, ¿quién en su sano juicio haría eso? No lo puedes mover bien, no lo puedes dirigir como la mano, y encima huele mal...

[El barrendero comienza a llorar desesperadamente]

- Viejo:
Me gustaría estar plantado ahora mismo, estar plantado como un árbol, y beber a través de mis raíces a largos tragos. Claro, tendría que tener unas raíces grandes, que llegasen muy profundas; con muchísimas raíces más pequeñas, sería como ser un árbol, y viviría cientos y cientos de años...

- Barrendero: [Está “barriendo” detrás del viejo, pero deja de barrer y se gira hacia él] ¿Le corto los pies?

- Viejo: Los pies no sirven para nada. [Barrendero se gira a seguir juntando hojas en montones] Son un estorbo para cualquier persona de la sociedad. Son como un desarrollo prehumano. [Barrendero termina de hacer tres montones, comienza a caminar para marcharse, pero después de tres pasos se gira a ver al viejo, agitando machete, pero se marcha] Yo soy como un árbol, así que árboles deberíamos tener todos a nuestro lado; es como el tótem del ser humano: un árbol de corcho, el vaso reconfigurador del ser absoluto. ¡JA! ¡Claro! ¡Eso es! Voy a buscar un árbol de corcho, y todo estará mejor. [Se levanta y oscuro]


-Tercera bolsa-

[Viejo sentado sobre una roca gris, con una bolsa de plástico en los pies. El suelo vuelve a estar cubierto de hojas secas]

- Viejo: No entiendo el sentido de las bolsas. Sería mucho mejor que no hubiera bolsas nunca; yo sería mucho más feliz...

[Entra barrendero que acumula las hojas secas del lugar en tres montones distintos (sólo trae con él una bolsa llena de agua de sabor y popote, y ahora juntará hojas con sus manos), mientras el viejo sigue hablando]

- Viejo: ...porque, claro, si no hubiera bolsas, ya no habría contaminación, y ya podría dejar de hablar. Ahorraría saliva, tiempo, y tendría una vida feliz, como una perdiz del Himalaya. Allí no hay bolsas, es un lugar de agua congelada, y mucha paz...

- Barrendero: [Mientras barre, sin levantar la mirada] ¡NO es cierto señor!

- Viejo: [Se lleva las manos al corazón, asustado, y muy triste] Yo...yo...yo quiero destruir todas las bolsas del mundo. [Le da un dolor más fuerte, por lo que se dobla ligeramente sobre su pecho] ¡Odio las bolsas de todo tipo! Tengo en mi mano el poder contra las bolsas [levanta su mano izquierda, mostrando su dorso, con el dedo corazón más elevado], ¿quién se atrevería a llevarme la contraria? [Se reincorpora, bien sentado, con la mano izquierda bien levantada haciendo un corte de mangas] Yo tengo la razón, pues he vivido con la idea de las bolsas desde hace 11 días, y si yo quiero vivir sin bolsas, ¡terminaré con su existencia en 5 segundos!...

[El barrendero comienza a cantar alegremente, mientras bebe de su bolsa de plástico]

- Barrendero: De bolsas canta el señor,
de bolsas de su vida,
bolsas dice saber,
pero sin bolsas lo vemos beber de la vida,
él quisiera una bolsa ser,
pero sin agujeros lo anhelaría,
porque una bolsa picada
pierde toda la vida.
A mí no me gustan las bolsas,
porque son una porquería,
pero bolsas me da la señora
de las aguas de la esquina,
así que, ¿qué podría hacer?
Si me gusta el agua de chía,
y sólo en bolsas la obtendría,
acepto las bolsas
porque son alegría
y mi vida es barrer
toda esa alegría...

- Viejo:
¡Odio las bolsas!¡Y las voy a matar! [Se pone de pie]. ¡Claro! Necesito matar mi primera bolsa, para empezar con el holocausto de su existencia, ¡que sientan todas las bolsas que voy a por ellas! [Se lleva la mano derecha al corazón nuevamente, por un dolor] ¡No tendrán salvación! ¡A todas las bolsas aniquilaré! ¡Al fin obtendré mi paz! Seré de madera, como un taburete...

- Barrendero: [Está “barriendo” detrás del viejo, pero deja de “barrer” y se gira hacia él] ¿Cómo un taburete? ¡Imbécil!

- Viejo: [Se quita la bolsa de los pies, los cuales están entre azules y verdes, y empieza a romper la bolsa en mil pedazos] Ahora, esta bolsa, será el ejemplo para todas las demás, y ¡cualquiera que las quiera usar! [Barrendero se pone en pie y termina de beber su agua] ¡Muerte a las bolsas! ¡Libertad a las bocas! Liberaré al mundo de una dependencia precerebral. [Barrendero se guarda popote en bolsillo, comienza a caminar hacia viejo, abre la bolsa, y se la pone en la cabeza al viejo; el viejo se lleva la mano al corazón, se sienta, y respira desesperado]

-Barrendero: Yo soy La Bolsa, esa bolsa de plástico de la que bebes, la que se te ha picado mil veces y, sin embargo, sigues comprando. [Viejo muere con la cabeza echada hacia atrás, y Barrendero clava el popote donde ha quedado su boca abierta: lo usa a modo de micrófono] Y si este viejo atenta contra mí, yo: lo mato.¡JA! ¡Claro! ¡Eso es! Una bolsa de agua matando al viejo TséTsé. [Se separa del viejo, que permanece sentado igual, y corre a patear los montones; después de patear los tres, se detiene, mira al viejo] ¡¡¡PUAAAAAJJJ!!!¡¡¡BOLSAS DE HOJAS!!!

[Oscuro]


-Fin-

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